El Liverpool sigue con su plan de reforma del
mítico Anfield, uno de los estadios más reconocidos
del mundo y que ha sido objeto de diferentes
proyectos de remodelación, como el de los antiguos propietarios del club, Tom Hicks y George Gillet, para
el que "hablaban de pedir prestada una cantidad
enorme de dinero".
A principios de julio se hablaba de que la inversión requerida para los trabajos en el estadio británico y su entorno requerían 306,5 millones de euros, pero
finalmente el presupuesto a gastar en Anfield se ha cifrado en 181
millones de euros, destaca el actual
dueño John William Henry.
El club
trabaja ahora en lograr los permisos municipales necesarios
para adquirir los terrenos adyacentes al estadio,
algo que no debería suponer un inconveniente ya
que la ciudad de los Beatles hace años que espera
obras de mejora de un zona degradada.
Los aficionados del Liverpool están
de enhorabuena, por partida doble. Por un lado, porque no tendrán
que decir adiós a su estadio, algo que sí sucedía en algunos de los
faraónicos proyectos planteados, y por otro, porque la capacidad de
Anfield pasará de 45.000 a 60.000 espectadores.
El problema en los retrasos del proyecto radica en que algunos propietarios de
viviendas no aceptan la oferta de compra, y si no hay acuerdo, se podría llegar a una expropiación por un precio justo. El proceso avanza, pero no al ritmo al que quisiera el líder de la Premier.
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